Teletrabajo: el móvil y la voz

En este tercer artículo voy a centrarme en la «comunicación entre humanos mediante la voz en tiempo real y a distancia». Aquello que antiguamente se llamaba «hablar por teléfono».

Ahora que trabajas desde casa, habrás notado que el teléfono móvil y el ordenador portátil se han convertido en el centro de tu vida laboral.

Y lo de «móvil» y «portátil» parece un chiste cuando lo único que puedes hacer con ellos es llevártelos de la cocina al dormitorio.

Los teléfonos inteligentes se habían convertido en una extensión remota del sistema informático de la oficina, y muchas de las aplicaciones que utilizas en el día a día las tienes tanto en el móvil como en el ordenador, idénticas y sincronizadas.

Pero en la situación actual, el móvil ha retomado la función que tenía antes de su mutación en cámara de vídeo: HABLAR CON OTRAS PERSONAS.

El teléfono en el trabajo

El uso del teléfono en el trabajo era muy dispar: no era lo mismo el departamento comercial de un concesionario de coches que el profesorado de instituto o un servicio de asistencia técnica a domicilio.

Las empresas que utilizaban el teléfono para su operativa disponían de centralitas digitales o servicios similares muy flexibles, e incluso una flota corporativa de móviles.

El resto de empresas (o, por ejemplo, un colegio) no usaban el móvil para nada. Era un dispositivo puramente personal.

Tan personal que en muchos casos hubo que establecer restricciones durante el horario laboral por el exceso de grupos de guasap, redes sociales, noticias, memes, compras online, charlas familiares, etc., etc., etc.

¿Te has dado cuenta de que estoy hablando en pasado, como si me refiriera a un tiempo muy lejano? Pues estoy hablando de cómo era nuestra vida hace tan solo un mes.

Y ahora que no puedes salir de casa, ¿para qué quieres un móvil?
Las circunstancias han cambiado. Estamos confinados. Y en muchísimas casas no hay línea de telefonía fija (y no vas a dar a tus clientes el número de teléfono de tu propia casa).

El móvil se ha convertido de repente en una herramienta vital para el trabajo en remoto. No por las maravillosas prestaciones que tiene un teléfonos inteligente, sino porque también puede funcionar como un teléfono de los de toda la vida: para hablar.

La comunicación desde el confinamiento

Tengo que adelantar un concepto de otro artículo que estoy preparando sobre la comunicación laboral durante el confinamiento:

Cuando trabajabas en la oficina compartías una ingente cantidad de información sin ser consciente de ello, en tiempo real. Alguien podía echar un vistazo a la pantalla de tu ordenador o a tus papeles y podía darte su opinión con un gesto. Y repetías esa acción tantas veces como fuera necesario. A coste cero.

Ahora, trabajando desde casa, para todas y cada una de tus dudas o consultas, vas a tener que hacer una llamada, enviar un email o utilizar alguna aplicación de mensajería interna.

Como no quieres atosigar a otras personas, puedes llegar a sentirte mal por hacerlo una y otra vez, y es posible que sientas inseguridad y soledad. No llegues a ese punto.

Toda la empresa está en la misma situación.

Bueno, quizá no. Para muchas personas va a ser un alivio no tener que compartirlo todo constantemente.

Escoge el canal adecuado para la comunicación
El canal adecuado para una consulta (voz, mensaje de voz, email, mensajería, etc.) depende del tipo de trabajo, del tipo de empresa y del tipo de consulta. Conviene establecer reglas comunes, pensar en quién está al otro lado y aplicar el sentido común.

El teléfono, sólo para hablar

Hay un ochenta por ciento de probabilidades de que estés leyendo esto en un móvil, así que no voy a conseguir convencerte para que no lo hagas. Lo intentaré en el siguiente artículo.

Lo tienes en la mano desde que te levantas hasta que te acuestas. Necesitas establecer alguna regla para saber en qué momento es un móvil personal y en qué momento es un móvil de trabajo.

Tus posibilidades para conseguir esa diferenciación dependen de la infraestructura con la que comenzado tu experiencia en el teletrabajo. Búscate entre estos tres niveles:

Perfecto:
La empresa te facilita un nuevo terminal con una línea nueva y asume los costes. Ni siquiera es necesario un dispositivo de gama alta.

  • Puedes apagarlo cuando acaba tu jornada laboral.
  • Mantienes la privacidad de tu móvil personal. En la empresa tienen que saberlo para emergencias, pero los clientes y proveedores no.
  • No gastas la batería de tu propio móvil, que en cualquier momento puede ser vital.
  • Puedes estar pendiente del trabajo y de tus seres queridos por dos canales totalmente separados.
  • Los contactos profesionales están separados de los personales. Cuando volvamos a la normalidad tu número de teléfono personal estará a salvo.
  • No necesitas borrar los últimos capítulos de «La patrulla canina» para hacer sitio a unos informes.

Razonable:
La empresa te facilita una línea adicional si tu teléfono permite incluir una segunda tarjeta. Es razonable, pero con los precios actuales de los dispositivos no tiene mucho sentido.

  • Al menos no gastas ni tu dinero ni tus plan de datos.
  • Si la empresa no te lo facilita, puedes contratarlo tú y pasar el consumo como gastos. Gracias al registro de llamadas podrás demostrar que solo lo has utilizado para el trabajo.
  • Es útil si te agobia vivir con dos teléfono (que también puede ocurrir).
  • Te resultará más fácil filtrar llamadas con sonidos diferentes e intentar ignorar mensajes y llamadas.
  • No te equivoques con la línea o con los contactos al hacer llamadas de trabajo.

Chungo:
La empresa te obliga a utilizar tu teléfono personal/familiar/vital, o tú lo decidiste por tu cuenta en algún momento.

Es más chungo todavía si tienes que hablar con clientes y proveedores.

Hay empresas que están en una situación extrema, y cualquier gasto, por ridículo que parezca, puede ser inasumible. Tú sabrás en qué situación se encuentra tu empresa y qué puedes exigir. Hay empresarios/as que no duermen desde hace un mes y hay sinvergüenzas. Eso solo lo sabes tú.

  • Si no te queda más remedio que aceptarlo, al menos deja MUY claro día tras día que es una situación completamente anómala y que habría que solucionarla lo antes posible.
  • Si en tu familia estás viviendo situaciones complicadas por culpa de la epidemia y necesitas el teléfono para estar también pendiente de cualquier noticia o necesidad, tienes un problema adicional.
    • Si vives con otro adulto, que esa otra persona canalice esas llamadas familiares urgentes mientras la solucionas el problema.
  • Algunos parches desesperados:
    • Añade algún prefijo a los nombres de los contactos de trabajo, para diferenciarlos.
    • Si tienes tiempo, busca un sonido diferente para esos contactos.
    • Se breve y conciso en las llamadas. Cuenta tu situación a la persona que está al otro lado. Seguro que lo entiende.
    • La opción de ocultar tu número puede generar desconfianza en quien recibe la llamada, más aún en estos días, así que no es buena idea.
  • La solución drástica: si puedes permitírtelo, cómprate un móvil barato y una línea básica. Ya intentarás más adelante que tu empresa te lo reembolse.
  • No aceptes la situación simplemente porque haces las llamadas por guasap y tienes wifi. El problema va más allá de las simples llamadas.

UTILIZA EL ORDENADOR PARA TRABAJAR, y cuando lo apagues al acabar tu jornada no sigas trabajando con las aplicaciones de tu móvil.

Se trata de que el acto de apagar todos los dispositivos te haga sentir que has «salido» de la oficina. Recuerda lo que vimos en el artículo anterior Teletrabajos forzados: el horario laboral

El poder de la voz

¿Llamar por llamar?
Aunque puedas teletrabajar sin hablar con nadie, incluye en tu rutina un momento para llamar a alguien del trabajo, al menos una vez al día.

No reserves las llamadas solo para resolver asuntos difíciles, sobre todo si estás al mando de un equipo (ahora es cuando tienes que demostrar tu liderazgo). Llama también para interesarte por el estado de los demás. Charla unos minutos sin mencionar el trabajo.

También va a ser bueno para ti. La voz puede tener un efecto balsámico que supera cualquier combinación de emojis.

Y no olvides a la gente que vive sola, sin familia y sin pareja. En algunos casos es una ventaja y lo están disfrutando al máximo. En otros… la soledad puede pesar mucho.

No llames a cualquier hora
Quizá tienes en casa un despachito con puerta, o no vives con nadie a quien puedas molestar. Pero al otro lado de la línea puede haber alguien trabajando en la cocina, con niños alrededor, o con su pareja también teletrabajando.

Recuerda que no estás llamando a una persona. Estás llamando a una casa.

Llama SOLO dentro del horario laboral normal.

Cuando alguien trabaja con un ordenador, nadie a su alrededor sabe qué está haciendo, pero si hay que hablar en voz alta, la conversación se pone en común con todo el mundo. Por eso es importante escoger bien el momento:

  • Evita llamar a primera hora
    • No es lo mismo ir despertándose en el trayecto que hay entre el dormitorio y la cocina que ir a trabajar en metro o en coche. Puede que las facultades verbales no estén todavía… en el nivel deseado.
  • Evita la hora de la comida
    • Y también el tiempo que hace falta para prepararla, y la sobremesa o siesta. Los días en casa pueden ser MUY largos.
  • Evita los marrones de última hora
    • Quizá en la casa a la que estás llamando haya alguien intentando crear un ambiente de calma para que los niños se vayan a la cama.

Presta una atención especial a quienes tienen hijos pequeños o familiares a su cargo. Seguir hablando por teléfono a ciertas horas en estas circunstancias aumenta la tensión del confinamiento.

En resumen:

El teléfono móvil es una herramienta maravillosa. No la conviertas en un arma destructiva y autodestructiva.

  • Mi recomendación global es que lo uses solo para las llamadas, porque para la parte informática tienes el ordenador.
  • Piensa siempre en quienes están a tu alrededor y al otro lado de la línea.

Y piensa en cómo y cuándo utilizarlo: a veces será bueno llamar, a veces no. La responsabilidad es tuya. Mi único objetivo al escribir esto es ofrecerte perspectivas alternativas.


NOTA PERSONAL:
Si has leído este artículo y me conoces en persona estarás sintiendo una gran indignación: ¡Venga ya! ¡Nacho Bracho pontificando sobre el uso del teléfono! ¡Qué farsante! ¡No me llama desde hace cinco años! ¡Cuando le llamo, pasa de mí! ¡Le llené el contestador de mensajes y lo único que hizo fue mandarme un email!

Soy consciente de ello. La situación ha llegado a un punto en que, cuando llamo a alguien por teléfono, al otro lado de la línea se asustan y piensan que llamo porque ha ocurrido algo malo.

En mi descargo tan solo puedo decir que hubo un tiempo en que yo también utilizaba el teléfono y sé cómo manejarlo bien. Lo que me ha ocurrido a lo largo de los años es que he perdido la capacidad de discernir entre la verdad y la mentira si solo escucho una voz. Necesito el contacto visual o la palabra escrita (porque no todo el mundo se atreve a dejar sus mentiras por escrito).

Es un ejemplo más de que en esta situación de emergencia global TODOS nos estamos enfrentando a nuestros peores miedos.


No dejes de leer el resto de artículos de esta serie sobre el teletrabajo:

  1. «Trabajar EN casa» no es «Trabajar DESDE casa»
  2. Teletrabajos forzados: el horario laboral
  3. Teletrabajos forzados: el móvil y la voz
  4. Teletrabajos forzados: aplicaciones para el móvil
  5. Teletrabajos forzados: el ordenador (1)
  6. Teletrabajos forzados: el ordenador (2) La seguridad
  7. Teletrabajos forzados: redes e internet
  8. Teletrabajos forzados: servicios en la nube

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